Estuario de la bahía de San Juan
Foto por: Gazir SuedVisita la foto galería (2)Por Gazir Sued Publicado: martes, 14 de febrero de 2012 En el estuario de la bahía de San Juan coexiste una inmensa diversidad de especies marinas, de aves y anfibios, mamíferos y reptiles; algunas de ellas en peligro de extinción. La garza real y el pelícano pardo; el manatí antillano; el tinglar y el carey; el coquí, la boa y la iguana verde comparten ese mismo ecosistema. Los manglares los alimentan y sirven de refugio y anidaje, a la vez que resguardan las zonas costeras de las marejadas. Al otro lado de este imponente hábitat natural, protegido y a la vez hermoseado por su biodiversidad, los proyectos de desarrollo urbano - virtualmente irrestrictos y desenfrenados- lo amenazan constantemente; lo deterioran inconteniblemente; lo destruyen... Las suertes inmediatas y porvenir del estuario quedan a merced de los simulacros preservativos del Estado. Es sabido que los funcionarios y autoridades de gobierno, que por encargo formal se deben a su preservación y conservación, responden prioritariamente a sus respectivos partidos políticos; y éstos, indistintamente, favorecen y privilegian la gula de empresarios desarrollistas por encima de consideraciones ambientales. La política ambiental de los gobiernos en Puerto Rico no procura frenar o siquiera minimizar los impactos adversos del desparramamiento urbano, como la excesiva generación de basura (propia de una sociedad consumista y botarata). La función política de las agencias responsables de proteger y conservar los recursos naturales y ambientales de la Isla no es resolver esta problemática sino ocultarla. Situado entre el Parque Central y el Coliseo de Puerto Rico, a la altura del caño Martín Peña en el estuario de San Juan, está el Parque Lineal Enrique Martí Coll; adscrito al Fideicomiso de Parques Nacionales, a cargo de su desarrollo, operación y conservación. El portón de entrada, próximo a la parada del Tren Urbano y contiguo al terminal del Acuaexpreso, fue clausurado hace algunos meses y ningún signo presagia su apertura. Al otro extremo, para el portón que da al Parque Central, también se cerró el candado y se botó la llave. Corredores, caminantes y ciclistas, curiosos locales y visitantes del mundo, hemos sido privados del acceso a esta impresionante ruta en el estuario de San Juan. La cobertura mediática se ha limitado a repetir sin más la versión de las autoridades de gobierno. Éstas justifican la clausura porque una lancha del Acuaexpreso “chocó” con la estructura del paseo lineal. Resulta poco creíble esta desventura, pues los pilares que soportan el parque lineal están protegidos por una barrera de cemento, madera y goma sólida que hacen casi imposible que una lancha los toque. La enorme distancia entre orilla y orilla del cuerpo de agua abona a la sospecha de que la excusa pública se trata, más bien, de una farsa. Quizá mienten para evitarse la vergüenza que debiera provocarles un parque nacional abandonado y en ruinas; quizá lo encubren para evadir el reproche y la denuncia pública en año de elecciones. Lo cierto es que la clausura del parque lineal anuncia la indisposición de la actual administración de gobierno a restaurarlo; pero también confiesa el prolongado tiempo de abandono e irresponsabilidad compartida entre ambos partidos gobernantes, que desde 1993 reciben fondos federales para manejo y conservación del estuario. La desidia de los gobiernos locales es irrebatible; el orden de prioridades, absurdo. En lugar de atender la situación, el Municipio de San Juan sembró un letrero desentendiéndose oficialmente de cualquier posible incidente, porque el paseo no se encuentra en “óptimas condiciones” (falta de alumbrado, fallas en la estructura y ausencia de seguridad) y representa un riesgo para los usuarios. Cualquier reclamación -aclara- debe hacerse a la “agencia a la cual le pertenece”: la Compañía de Parques Nacionales del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Esta agencia no vaciló en enganchar también sus letreros justificando la clausura: “Perdonen los inconvenientes: Cerrado hasta nuevo aviso por incidente imprevisto por causa ajena a nuestro control” y “PELIGRO NO PASE”. Más acá de la promesa tácita de abandono indefinido, al otro lado de los letreros en la ruta del maltrecho parque del estuario de San Juan, las raíces aéreas de los manglares se alzan sobre una inmensa alfombra de escombros que cubre las aguas contaminadas de humanidad y civilización; desarrollo, modernidad y progreso. Por debajo, por encima y entre la basura acumulada, los desperdicios tóxicos y la podredumbre, todavía subsisten nuestras especies de flora y fauna. Todavía...
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