El impulso del ecoturismo en la Isla tiene que estar enfocado en la visión de la promoción de un turismo sostenible, en armonía con la naturaleza, y que a la vez fomente el desarrollo económico y la creación de microempresas comunitarias verdaderamente verdes.
Entusiasma saber que hay sectores interesados en desarrollar el potencial turístico de zonas de gran valor ecológico en la Isla, como lo son el Río Tanamá, el área del Cañón del San Cristóbal entre Barranquitas y Aibonito, el Lago Dos Bocas, en Utuado; el Lago Cerrillos, en Ponce; los Cayos de Barca entre Salinas y Guayama, y la ladera de El Yunque, por solo mencionar algunos de los espectaculares recursos naturales con que cuenta la Isla. De hecho, el desarrollo de actividades ecoturísticas y la inclusión de éstas en la política de turismo nacional, fue una de las principales propuestas en la que coincidieron cientos de personas que participaron en los Foros Ciudadanos del 2011 para proponer sus ideas para un gobierno eficiente y un plan social que ha sido acogido por la Fundación Agenda Ciudadana. Si bien endosamos el ecoturismo como instrumento protagónico de desarrollo sostenible, es necesario alertar que sin una visión integral y bien planificada que guíe su implementación, esta actividad tiene un enorme potencial de impacto negativo a nuestros recursos naturales. Esta modalidad de hacer turismo, que la Sociedad Internacional de Ecoturismo define como “viajar a las áreas naturales con el propósito de entender la cultura y la historia del medio ambiente y teniendo cuidado de no alterar la integridad del ecosistema mientras se producen oportunidades económicas que hagan que la conservación de los recursos naturales sea beneficiosa para la gente del lugar”, no es nueva, pero ha cobrado gran auge en los últimos 10 años. Países como Costa Rica, Ecuador, Nepal, Kenya, Australia, Brasil, y Madagascar, por ejemplo, han sabido explotar exitosamente sus recursos naturales y hacer que el ecoturismo represente un alto porcentaje de su producto interno bruto. Desafortunadamente algunos de estos países han descubierto sobre la marcha que el ecoturismo no planificado tiene también una enorme posibilidad de impactos negativos. Informes de la Unesco identifican entre los principales problemas las presiones causadas a los recursos naturales precisamente por la necesidad de satisfacer las exigencias y comodidades físicas de los turistas que vienen a visitarlas. También destaca que frecuentemente las comunidades locales son excluidas y no se benefician adecuadamente de la actividad. Tomemos el ejemplo del Parque Nacional Manuel Antonio, en Costa Rica, hogar de una de las pocas poblaciones vivas de monos araña en el país. Este se ha convertido en víctima de su propia popularidad con la construcción excesiva de hospederías que amenazan a la población de monos y otras formas de vida silvestre en el área. Nepal, por su parte, confronta un serio problema de manejo de los desechos tirados en las veredas de las rutas turísticas en el Himalaya. No podemos permitir que recursos naturales de gran valor terminen convertidos en Disneys criollos. Es factible mitigar los efectos negativos del ecoturismo antes de comenzar a explotar nuestros recursos naturales y áreas de gran sensibilidad ecológica para esta modalidad. Para ello se hacen necesarios esfuerzos de formación, capacitación y adecuados procesos de educación y planificación para asegurar la conservación de especies y ecosistemas importantes. Es necesario además que todos los sectores participantes, desde los miembros de la industria de viajes hasta las comunidades adyacentes, fomenten la conservación de energía y del medio ambiente; protección del agua y aire; reciclaje de materiales; manejo seguro de deshechos y materiales tóxicos; control de ruido; y sobre todo, amplia participación de la comunidad en estos proyectos. Recurso: http://www.elnuevodia.com/editorial-granpotencialdelecoturismo-1353364.html#.UGl-KOaJFBo.facebook
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